Los perros guía son específicamente para ayudar a una persona ciega o con una deficiencia visual grave en sus desplazamientos, mejorando su autonomía y movilidad. Se les entrena para reconocer y evitar obstáculos, tanto estáticos como en movimiento, a nivel del suelo o en altura. Indica a su dueño la llegada a bordillos, escaleras o desniveles del suelo, busca puertas de acceso, asientos libres en transportes públicos y tiene iniciativa para encontrar la mejor alternativa de paso en situaciones difíciles. Los perros están capacitados para desobedecer una orden del usuario cuando se dé una situación peligrosa, como un vehículo que se aproxima en un cruce de calle. OrCam My Eye 2.0 es el complemento perfecto a un perro guía, mejorando la independencia del usuario. Se trata de un dispositivo ligero que se complementa a la perfección con el perro ya que este no puede leer carteles, ni reconocer objetos, ni rostros tal y como hace el aparato.
Los perros guía deben estar, en primer lugar, animales muy bien sociabilizados, con un comportamiento impecable en todo tipo de entornos sociales y situaciones en relación con otras personas y animales. Además, el perro guía debe tener una gran voluntad de trabajo, capacidad de concentración en la tarea de guía y baja sensibilidad a ruidos que puedan perturbarlo mientras lo realiza. Debe ser, en definitiva, un perro capaz de disfrutar guiando a su usuario. El adiestramiento que reciben tiende a minimizar los instintos naturales de caza, guarda y protección que todo perro presenta en mayor o menor medida.
Todos tenemos en nuestra mente la imagen de un perro guía como el labrador retriever, pero aunque es la raza más utilizada también se usan otras razas puras o cruces de las mismas como Labrador, Golden, Pastor alemán, Flat Coated Retriever y Caniche Gigante. Los perros guía son adiestrados en centros especializados cuya solvencia y profesionalidad se garantiza por los estándares internacionales marcados por la International Guide Dog Federation (IGDF). La FOPG es el único centro de adiestramiento miembro de pleno derecho de IGDF en España.
Desde que nace hasta que es entregado a un usuario, la vida de un perro guía atraviesa diferentes fases y un entrenamiento exigente. Cuando nacen comienzan un programa de estimulación para ver cómo interactúan y comprobar su temperamento. Conviven con una familia de acogida durante un año, quienes les darán todos los cuidados necesarios, les acompañaran al trabajo, comenzando su periodo de socialización y adaptándose a ruidos y lugares. Al tratarse de animales que serán futuros perros guía, la legislación vigente les permite entrar en transportes, establecimientos y espacios de uso público siempre y cuando vayan identificados. Tras pasar un año con una familia, los perros vuelven a la escuela de formación para recibir instrucción. El entrenamiento suele durar entre 6 y 10 meses, el tope es un año. En este periodo aprenden a comportarse como perros guía para no dar tirones, aceptar el arnés, desplazarse en línea recta, sortear obstáculos de la vida cotidiana como escaleras, barreras, pasos de cebra y hasta una terraza de cafetería. Con dos años de vida, el perro está preparado para ser asignado a un usuario. A partir de ese momento pasa a ser su compañero y sus ojos.
La vida laboral de estos perros tiene máximo de 12 años. Al cabo de ese tiempo se hace una valoración para ver en qué situación está, si hay falta de seguridad en el desplazamiento ya es motivo de jubilación. Una vez jubilado, el perro puede continuar viviendo con el usuario, que pasaría a ser su dueño, ser adoptado por una familia o regresar a la Fundación, donde son atendidos y cuidados.
Para las personas que piden un perro guía por primera vez hay una lista de espera de tres años, mientras que a aquellos usuarios que renuevan porque ha fallecido su perro o se ha jubilado, se les entrega otro en un período de seis meses desde su solicitud. El motivo de esta larga lista de espera es la importante demanda. En la actualidad hay 1.056 perros en activo trabajando como guías.
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